Won-Pyung Sohn nació en Seúl, Corea del Sur, en 1979. Estudió Ciencias Sociales y Filosofía en la Universidad Sogang, y Dirección de Cine en la Korean Academy of Film Arts. Sus creaciones, tanto literarias como cinematográficas, se distinguen por oscilar entre la fantasía y la realidad, pero en su debut literario, Almendra, la autora dejó de lado la ficción para relatar la cotidianidad de un chico a través de su enfermedad; y a partir de esta historia hacer reflexionar al lector sobre lo que significa crecer.
Etimológicamente, la alexitimia se traduce como la ausencia de palabras para expresar las emociones, por lo que este trastorno se asocia más con una incapacidad comunicativa que con la falta de emociones en sí misma. No obstante, la gente tiende a calificar a las personas con alexitimia como personas incapaces de sentir, lo que nos lleva a preguntarnos si solo aquello que puede ser expresado es real. Alrededor de este hecho es que la pregunta plasmada en la portada de la obra de Won-pyung Sohn cobra el mismo sentido que la teoría sobre sí los árboles que caen en el bosque hacen ruido cuando no hay nadie que los escuche caer: “¿cómo lloran las personas que no pueden sentir nada?”

Portada de Almendra, Editorial Planeta, 2020
Foto por Luisa Quintero
Almendra cuenta la historia de Yunjae, quien tiene dieciséis años, pero desde los seis sabe que no es como los demás. A esa edad, cuando todavía era muy pequeño para siquiera comprender bien las cosas, presenció por primera vez una tragedia ante la que no reaccionó como se esperaría. Su diagnóstico de alexitimia no tardó en confirmarse después de ese primer suceso, y desde entonces su abuela lo apodo “monstruito”, tomándose la situación un poco más a la ligera, aunque para su madre la preocupación sobre si Yunjae podría adaptarse al mundo con su condición no era para nada un chiste.
Yunjae se convirtió en alguien extraordinario, pero su poder podía traerle más problemas que soluciones, por lo que su madre decidió educarlo para que pudiera fingir ser “normal” y pasar desapercibido ante los ojos de los otros. También, en un acto de fe o tal vez como su única esperanza, la madre de Yunjae incluía almendras en las tres comidas diarias de su hijo, para que estas ayudaran a las almendras de su cabeza (amígdalas cerebrales[1]) a crecer. No obstante, como si la vida tratara poner a prueba la condición de Yunjae, la tragedia que presenció a los seis años sería solo el comienzo de muchas; y en una navidad, mismo día de su cumpleaños, se quedó solo tras perder ante sus ojos a su madre y a su abuela.
Si bien la madre de Yunjae no murió aquel día, el suceso la dejó en estado de coma, lo que le impedía hacerse cargo de su hijo y de su amada librería de segunda mano. Por eso, Yunjae decidió cuidar de su madre y de sus libros de la mejor manera que podía siendo tan solo un adolescente, sin muchos recursos económicos y sin ninguna habilidad social que lo ayudara a relacionarse con los demás como vendedor. Por suerte, Yunjae no estaba tan solo como pensaba. Su madre le había dejado un amigo que cuidaría de él, y el destino pondría a otras personas en su vida que le ayudarían a crecer, a cambiar y en ocasiones solo a aceptarse a sí mismo.
En el presente de Yunjae, el doctor Shim, dueño de la panadería vecina y amigo de su madre, es quien se encarga de escucharlo y aconsejarlo como su familia lo hacía antes. A través de sus conversaciones, Yunjae aprende a autocuestionarse sobre lo que le pasa y cómo lo vive. La más importante de ellas, lo lleva a descubrir que incluso alguien con su condición puede enamorarse. El amor lo conoce cuando conoce a Dora, una chica de su escuela que está obsesionada con el atletismo. Yunjae no sabe cómo o por qué estar cerca de Dora lo hace sentir como si una roca le oprimiera el pecho. Pero, al igual que cualquier otro adolescente que está descubriendo el amor, a Yunjae le encanta estar al lado de su enamorada. Aunque los nervios lo lleven a actuar con torpeza, y aunque ella desconozca lo que él siente cuando la ve.
Por su parte, al profesor Yoon lo conoce en el sanatorio en el que se encuentra su madre, pues la esposa del profesor también se encuentra allí internada. Si bien al principio este parece ser un personaje que no le aporta mucho a Yunjae, hacia el final del libro nos damos cuenta que a través los errores que comete el profesor Yoon con su hijo, Yunjae entiende que, así como es insensible a los buenos sentimientos, también es insensible a la maldad humana; y eso no siempre es malo. Menos cuando detrás de esa maldad se esconde alguien que necesita ayuda como Goni, el hijo del profesor Yoon.
Goni es un chico de esos que llaman “casos perdidos”. Tiene una mala relación con su padre, no sabe controlar su agresividad y, de forma tan igual como diferente a Yunjae, no sabe relacionarse con los demás. Tal vez este último punto es el que los lleva a entablar una amistad, incluso cuando Goni golpeó y trató mal a Yunjae desde la primera vez que se vieron. Pero para Yunjae, Goni es un buen chico, así haga cosas malas. Está tan seguro de eso que incluso llega a poner en riesgo su vida por defenderlo; porque como dijo P.J Nolan[2] “no hay nadie que no pueda ser salvado. Solo hay personas que dejan de intentarlo”(Sohn, 2017, p. 122), y Yunjae siente que Goni es como Nolan, aunque a veces también siente que él mismo es como Nolan.
En paralelo, para nosotros como lectores, que Goni sea un buen chico así haga cosas malas es la perfecta analogía que explica por qué Yunjae siente emociones así no pueda expresarlas, ya que un hecho no invalida la existencia del otro. Sin embargo, tanto Yunjae como Goni son personajes que sufren al ser encasillados en el molde que la sociedad ha puesto sobre ellos solo por ser individuos atípicos. El problema, tanto en esta ficción como en la realidad, es que la mirada social muchas veces es negativa y está provocada por la ignorancia, lo que nos hace imposible ver que las declaraciones que hacemos sobre alguien no siempre son la verdad absoluta e inamovible que tendrá que definirlo para siempre. Ese es el verdadero mensaje que se esconde detrás de Almendra.
La transformación en los seres humanos es tan natural como la vida misma, al igual que tener dificultades y no ser perfectos. Almendra, a través de sus personajes tan normales como extraordinarios, nos hace entender que el crecer, en mayor o menor medida, significa ser Yunjae, calificado apresuradamente como incapaz de hacer algo solo por tener una manera diferente al resto de hacerlo. También implica ser Goni, sentenciado perpetuamente por sus errores, sin tener la posibilidad de demostrar que es más que las piedras en su camino. Del mismo modo, todos seremos el profesor Yoon y nos equivocaremos al juzgar a alguien, hasta al punto de herirlo irreparablemente. Pero, aun así, crecer nos permitirá ser Dora para alguien y despertarle un buen sentimiento por primera vez; convertirnos en un refugio para otro, como el doctor Shim lo fue; y conformar una familia que signifique el descubrimiento de la belleza, como la familia de Yunjae lo era para su abuela.
Leer y reseñar Almendra es un ejercicio de reflexión sobre lo que es la vida en sí misma y cómo, a medida que crecemos, se transforma la perspectiva que tenemos sobre ella y sobre nosotros mismos. Tendemos a pensar que existe una cierta esencia que nos define como personas, la cual se compone tanto de nuestras virtudes como de nuestros defectos, pero solemos olvidar que esa esencia y nuestra realidad puede transformarse en un instante. A veces porque así lo queremos, y otras veces solo porque el destino lo ha decidido. Almendra nos recuerda la agilidad con la que muta la vida, ya que en un segundo puedes estar celebrando tu cumpleaños con tus seres queridos, y al siguiente puedes estar visitándolos en el cementerio o en un sanatorio. Y, al igual que la vida, todo dentro de nosotros muta, haciendo que nunca seamos tan malos ni tan buenos como quieren hacernos creer quienes nos juzgan.
Esta breve introducción al universo literario de Almendra, más allá de ser una reseña, pretende ser una invitación para leer el libro completo de la mano de su autora. Pues si bien en este texto se ha intentado plasmar aquellas reflexiones que dejó la obra en esta lectora, la magia de Almendra recae en el hecho de que su lectura puede llevar a una conclusión diferente para todos. Eso lo convierte en un libro de esos que vale la pena leer, pues en la interpretación del lector siempre será donde la importancia de la literatura cobre vida.
[1] Estructura localizada en el lóbulo temporal de los mamíferos formada por diferentes núcleos y tradicionalmente relacionada con el sistema emocional del cerebro.
[2] Autor y criminal ficcional sentenciado erróneamente a muerte por el asesinato de su hijastra (crimen que no cometió).
Referencias
Sohn, W. (2017). Almendra (S. Yoon, Trad.). Editorial Temas de Hoy. (Obra original publicada en 2017).
Escrito por: Luisa Quintero
Revisado por: Andrea Ramírez
