__________________________________________________________ Análisis ______________________________________________________________
MILAGRO Y TRAGEDIA
La paradoja del desarrollo económico entre Venezuela y Corea del Sur.
Corea no siempre fue próspera… Venezuela no siempre estuvo en crisis.
En el este de Asia se encuentra Corea del Sur, un país que, tras atravesar un periodo de guerra y dificultades económicas en el siglo XX, hoy brilla como una de las economías más avanzadas del mundo. Su transformación, conocida como el “Milagro del Río Han“, ha sido un referente global de desarrollo acelerado. En contraste, en el norte de Sudamérica, “La millonaria de América”. Venezuela enfrenta una de las crisis económicas y humanitarias más severas de la historia reciente. Lo que en el siglo XX fue una de las economías más prósperas de América Latina, impulsada por la industria petrolera, hoy es un país sumido en dificultades económicas sin precedentes.
Este artículo busca analizar las razones detrás de la divergente evolución económica de Corea del Sur y Venezuela. Mientras que un país pasó de la pobreza a convertirse en una potencia industrial, el otro experimentó el declive de una economía antes próspera. Comparar estos casos permite entender los factores clave que impulsan el desarrollo y qué lecciones pueden extraerse de cada experiencia para la toma de decisiones económicas y sociales en el futuro. Para conocer el trasfondo histórico y económico de ambos países, debemos fijarnos en los años 50, cuando Corea apenas comenzaba a “respirar” tras su liberación del dominio japonés en 1945. En un principio, la división de la península se consideró temporal debido a diferencias políticas, pero entre 1950 y 1953, lo que parecía una separación provisional se convirtió en uno de los conflictos más devastadores del siglo XX: la Guerra de Corea. Esta terminó con un armisticio, dejando a la península dividida en dos:
- El Norte adoptó un sistema comunista, que sigue vigente hasta hoy, con el apoyo de la Unión Soviética y China.
- El Sur, por su parte, se estableció como la República de Corea con el respaldo de Estados Unidos.
Como ocurre en muchas naciones tras una guerra, Corea quedó devastada, alcanzando niveles de pobreza extremadamente altos, incluso superiores a los de la mayoría de los países de América Latina en ese momento. Se estima que entre 2 y 3 millones de personas, aproximadamente el 10% de la población, murieron o desaparecieron durante el conflicto. En este contexto, Corea del Sur se enfrentaba a una grave crisis económica: infraestructuras destruidas, un alto nivel de pobreza, familias separadas, ciudades arrasadas y un territorio aún más reducido. En ese momento, la agricultura era su principal motor económico, mientras el país dependía en gran medida de la ayuda extranjera para su recuperación.
El fin de la Guerra de Corea marcó el inicio de desafíos monumentales para Corea del Sur, dejando a la península devastada en términos económicos y sociales. La producción agrícola era insuficiente para abastecer a la población, generando una escasez de alimentos y una fuerte dependencia de la ayuda extranjera, principalmente de Estados Unidos. Además, la industria estaba prácticamente paralizada, con pocas fábricas operativas y una producción mínima, incapaz de sostener la recuperación del país. A lo largo de la historia, muchos países han aprovechado sus recursos naturales para recuperarse tras un conflicto. Sin embargo, el caso de Corea del Sur era distinto, ya que carecía de recursos valiosos como el petróleo o minerales estratégicos como el carbón y el hierro. En los años que siguieron a la guerra, la economía del país era tan frágil que dependía completamente de la ayuda internacional para cubrir las necesidades básicas y estabilizar la situación. Esta asistencia provenía principalmente de Estados Unidos, que proporcionó alimentos, equipos industriales y tecnología, sentando las bases para la reconstrucción del país.
Mientras que al otro lado del mundo, en el mismo periodo de tiempo, Venezuela vivió uno de los periodos más prósperos de su historia, alcanzando entre los años 1950 y 1980 un nivel de desarrollo significativo, destacándose frente a muchos otros países de América. Esto fue posible gracias a la consolidación de la industria petrolera como el motor principal de la economía nacional. En los años 50, Venezuela comenzó a establecer las bases para la creación de su futura empresa petrolera nacional, que sería formalizada en 1975 como PDVSA. La nacionalización completa de la industria no ocurrió hasta 1976. Esto atrajo inversión extranjera y potenció los ingresos del gobierno, permitiéndole financiar programas sociales, logrando así un nivel de desarrollo significativo en comparación con muchos países de América. Cuando el resto del mundo luchaba por recuperarse de la Segunda Guerra Mundial, el país latino se había convertido en un refugio para personas de todo el mundo, incluidos los surcoreanos. Fueron esos años en los que los venezolanos gozaban de una economía próspera, sin ser conscientes de que estaban disfrutando de los últimos momentos felices de su historia; mientras que, décadas después, aquellos mismos venezolanos que solían ofrecer refugio se convertirían en refugiados en el mundo.
Hombres que Cambiaron La Historia
En la historia de las naciones, ciertos líderes emergen como figuras clave que transforman el destino de sus países, aunque su legado sea objeto de represión. En el caso de Venezuela y Corea del Sur, dos líderes políticos desempeñaron un papel crucial en el rumbo económico de sus respectivas naciones: Hugo Chávez y Park Chung Hee. Hugo Chávez, quien asumió la presidencia de Venezuela en 1999, promovió el modelo del socialismo del siglo XXI, impulsando programas sociales financiados por la renta petrolera y estableciendo un Estado con mayor intervención en la economía. Durante sus primeros años en el poder, la pobreza disminuyó y se ampliaron los servicios públicos; sin embargo, su política de expropiaciones, el control estatal de sectores clave y el manejo poco sostenible de los ingresos petroleros contribuyeron a una crisis económica que estalló tras la caída de los precios del crudo en 2014. Su gobierno es visto por algunos como una era de justicia social y por otros como el inicio del declive económico de Venezuela.
Por otro lado, Park Chung Hee, quien llegó al poder en Corea del Sur mediante un golpe de Estado en 1961 y fue elegido presidente en 1963, implementó políticas de desarrollo que transformaron un país empobrecido en una potencia industrial. Su estrategia incluyó los Planes Quinquenales de Desarrollo Económico, la promoción de conglomerados industriales (chaebols) como Samsung y Hyundai, y un enfoque en la educación y la infraestructura. Bajo su gobierno, el PIB per cápita de Corea del Sur pasó de $82 USD en 1961 a más de $1,600 USD en 1979, sentando las bases del “Milagro del Río Han“. Sin embargo, su administración también estuvo marcada por la represión política, la censura y violaciones a los derechos humanos. Ambos líderes representan el dilema del progreso a cualquier costo: mientras que Chávez apostó por un modelo de redistribución de riqueza con resultados insostenibles, Park Chung Hee priorizó el desarrollo económico mediante un gobierno autoritario. Sus legados muestran que el crecimiento y la estabilidad no dependen solo de la intención de sus gobernantes, sino de la estrategia y sostenibilidad de sus políticas a largo plazo.
La Tragedia Económica de Venezuela
Si existe una tierra donde El Creador derramó un toque especial de gracia, esa es Venezuela. Cada estado y región del país alberga recursos valiosos con los que otros países, como Corea del Sur, soñarían con tener: desde ecosistemas diversos, terrenos aptos para la agricultura, minerales como el oro y el diamante, hasta las mayores reservas de petróleo crudo del mundo. Y sin mencionar sus impresionantes paisajes naturales, que podrían aprovecharse para potenciar el turismo sostenible. Entonces, ¿Por qué un país tan rico vive como si no tuviera nada? ¿Por qué empujó a su gente a huir de su propia tierra? ¿Y por qué el país se encuentra hoy sumido en una crisis sin precedentes? Fue durante el gobierno de Hugo Chávez cuando se comenzaron a sentar las bases del posterior fracaso económico del país. Algunas de estas consecuencias fueron:
Dependencia del petróleo: uno de los recursos más lucrativos de Venezuela es el petróleo. Tras el descubrimiento de petróleo en Venezuela a principios del siglo XX, compañías extranjeras como Royal Dutch Shell y Standard Oil (hoy ExxonMobil) impulsaron el desarrollo de la industria, aportando tecnología, conocimientos y capital. Contribuyeron significativamente a la expansión de la exploración, producción y exportación de petróleo, lo que tuvo un impacto directo en la economía nacional. En 1976, el gobierno de Carlos Andrés Pérez nacionalizó la industria y creó Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) para asumir el control. PDVSA gestionó toda la cadena de producción, invirtió en infraestructura como refinerías y oleoductos, y promovió el desarrollo tecnológico y capacitación para mejorar la eficiencia del sector, convirtiéndose en una pieza clave de las reservas internacionales del país. Si bien la nación venezolana se benefició durante años de la exportación petrolera, con el tiempo esta situación generó una peligrosa dependencia del crudo, exacerbada por políticas económicas centradas casi exclusivamente en la industria petrolera. Esto llevó al país a una crisis debido a la inestabilidad del precio del petróleo.
Socialismo: A partir de la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999, Venezuela adoptó el modelo del “Socialismo del Siglo XXI”, caracterizado por una fuerte intervención estatal en la economía. El Estado asumió el control de empresas clave en sectores como el petróleo, la electricidad, el acero y las telecomunicaciones, y promovió políticas de expropiación de empresas privadas. Entre 2001 y 2007, más de 1,000 empresas fueron nacionalizadas, como parte de un esfuerzo por redistribuir la riqueza y controlar sectores estratégicos. Además, se implementó una reforma agraria para redistribuir tierras, lo que afectó a los grandes terratenientes, pero sin lograr una mejora significativa en la productividad del sector agrícola. Las políticas estatales también incluyeron la creación de empresas en el sector agrícola, con el objetivo de garantizar la “soberanía alimentaria”, aunque estas iniciativas se vieron afectadas por una mala gestión.
Aunque el socialismo del siglo XXI tenía como objetivo reducir la pobreza y fomentar la igualdad, las dificultades económicas derivadas de la caída de los precios del petróleo y la falta de eficiencia administrativa llevaron a una desaceleración económica. Las políticas de control de divisas, control de precios y distribución de bienes a través de sistemas públicos no lograron estabilizar la economía, y en lugar de ello contribuyeron a una creciente inflación, escasez de productos básicos y una crisis financiera prolongada. A pesar de los esfuerzos por mejorar la calidad de vida de los sectores más vulnerables, la crisis económica resultante, junto con la creciente corrupción y fuga de capitales, tuvo efectos devastadores en la población.
Conflictos políticos: El cambio de sistema de gobierno en Venezuela provocó la ruptura de muchas de sus relaciones con países de ideologías políticas diferentes. Por ejemplo, Hugo Chávez, durante su gobierno, se enfrentó en numerosas ocasiones a Estados Unidos, el famoso imperio capitalista, su mayor rival y enemigo. Aunque no fue una guerra formal, Chávez adoptó una postura confrontacional contra Estados Unidos, acusándolo de imperialismo y agresión, y en diversas ocasiones se refirió a este país como su “enemigo”. Mientras tanto, China y Rusia, por otro lado, se convirtieron en sus mayores aliados, al ser también países con ideologías comunistas, y apoyaron a Venezuela en varias ocasiones, especialmente en términos de cooperación económica, militar y en la compra de petróleo. Esta alianza fue clave para Venezuela, ya que los lazos con estos países le proporcionaron estabilidad durante las tensiones con Occidente.
Todos estos factores llevaron a Venezuela a sumergirse en una crisis económica, política y social que incluye el deterioro de la infraestructura, el aumento del desempleo, la escasez de insumos médicos y alimentos, así como un incremento en la tasa de inflación y una crisis energética. Desde 2021, Venezuela comenzó a importar gasolina de Turquía y Rusia, algo que en décadas anteriores habría sido impensable, ya que históricamente Venezuela fue uno de los mayores exportadores de petróleo en el mundo, con Petróleos de Venezuela (PDVSA) controlando una parte significativa de la producción y exportación. La caída en la producción petrolera, debido a la falta de inversión, sanciones internacionales y la mala gestión de PDVSA, llevó a este escenario insostenible. Esta situación ha obligado a millones de venezolanos a abandonar sus hogares, creando una de las migraciones más grandes de la historia reciente de América Latina, en busca de refugio y oportunidades en países cercanos, como Colombia, Perú y Chile.
El Milagro del Río Han
Corea del Sur es un país pequeño, cuyo territorio, al ser montañoso en su gran parte, limita la disponibilidad de ciertos minerales valiosos; por ende, no cuenta con recursos naturales significativos. Entonces surgen las intrigantes preguntas: ¿cómo logró Corea su milagro económico? y ¿cómo se convirtió en la potencia de primer mundo que es hoy en día? Bueno, lo cierto es que el cómo Corea logró su rápido desarrollo económico no es realmente un secreto, ya que, en medio de la pobreza y la destrucción tras la Guerra de Corea, el país decidió apostar al único recurso que tenía: su gente. Este enfoque de “crecer sin recursos” permitió que Corea del Sur se convirtiera en una de las economías más dinámicas del mundo, centrando su desarrollo en sectores como la electrónica, la automotriz y la construcción naval, sectores donde la mano de obra calificada y la inversión en innovación fueron claves para el éxito.
Cuando Park Chung Hee tomó el poder tras un golpe de Estado en 1961, con el apoyo tácito de Estados Unidos, comenzó a aplicar políticas orientadas hacia la industrialización y a establecer alianzas estratégicas que llevaran a Corea del Sur a convertirse en una nación capaz de defenderse del Norte. Al principio, la única visión de Park, como todo buen militar, era ser capaz de defenderse de Corea del Norte y sus aliados, y se dio cuenta de que para ello necesitaba un desarrollo económico sólido. Si tuviéramos que enumerar las estrategias de éxito de Corea del Sur, la educación siempre ocuparía el primer lugar. Tras la Guerra de Corea, el país priorizó la educación básica, comprometiéndose a proporcionar acceso universal a la educación primaria. Para ello, el gobierno implementó programas para construir nuevas escuelas y expandir la cobertura educativa. Como resultado, la tasa de matriculación en la educación primaria aumentó rápidamente, alcanzando casi el 96% en 1965.
En la década de 1960, se lanzó un programa de “Educación para Todos” con el objetivo de garantizar que todos los niños completaran la educación primaria, estableciendo así una base sólida de alfabetización y conocimientos básicos en la población, lo que resultó esencial para el crecimiento industrial. Posteriormente, en 1967, el Segundo Plan Quinquenal de Desarrollo Económico promovió la educación técnica y vocacional. Se fundaron más de 280 escuelas técnicas para formar trabajadores especializados en sectores industriales, apoyando el desarrollo de la industria exportadora. Para 1973, más del 40% de los estudiantes de secundaria participaban en programas de formación técnica. Además, en 1971, con el apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), se fundó el Instituto Avanzado de Ciencia y Tecnología de Corea (KAIST) con el objetivo de formar ingenieros y científicos altamente calificados, impulsando la investigación en ciencia y tecnología. Esta institución desempeñó un papel clave en el desarrollo de sectores avanzados como la electrónica y los semiconductores, contribuyendo significativamente a la innovación tecnológica de Corea del Sur.
Desde la década de 1990, el país ha centrado sus esfuerzos en mejorar la calidad de la educación superior y fomentar su internacionalización. Se han promovido programas de colaboración e intercambio académico con universidades extranjeras, elevando el nivel educativo y aumentando el número de graduados universitarios que impulsan sectores de alta tecnología e innovación. De esta manera, la evolución del sistema educativo surcoreano ha seguido alineándose con la visión de desarrollo impulsada por Park Chung Hee, consolidando a Corea del Sur como una potencia económica global.
Diversificación industrial y exportaciones: Corea del Sur, al reconocer sus limitaciones en recursos naturales, fácilmente pudo haberse mantenido en su zona de confort, es decir, en la agricultura, ya que era la única actividad que había dominado por siglos. Sin embargo, en lugar de depender únicamente de este sector, utilizó sus restricciones como una oportunidad para reinventarse. El desarrollo económico del país comenzó con la implementación del Primer Plan Quinquenal de Desarrollo Económico (1962-1966), promovido por Park Chung Hee, cuyo objetivo principal era transformar a Corea del Sur en una nación exportadora. Para lograrlo, el país inició su proceso de industrialización con un enfoque en la industria textil y manufacturera, sectores en los que tenía una ventaja competitiva inicial debido a su mano de obra abundante y de bajo costo.
A partir de la década de 1970, Corea del Sur diversificó sus inversiones hacia industrias más pesadas, con un enfoque especial en la siderurgia, la petroquímica y la construcción naval, sectores impulsados por empresas como POSCO y Hyundai Heavy Industries. Posteriormente, durante las décadas de 1980 y 1990, el país dio un salto significativo hacia industrias de alta tecnología, consolidándose en la producción de productos electrónicos, semiconductores y automóviles, con empresas líderes como Samsung, LG y Hyundai Motors. Gracias a esta estrategia de diversificación y a su constante inversión en innovación, Corea del Sur ha logrado consolidarse como una de las economías más dinámicas del mundo, ocupando actualmente el puesto de séptimo mayor exportador global según datos recientes de la OMC.
Start-Up: Innovación y Emprendimiento: la Corea del Sur popular producción surcoreana Start-Up, que retrata el competitivo mundo de las empresas emergentes, no está tan alejada de la realidad. Corea del Sur, al ser un país que apuesta por la investigación, la educación y la tecnología, ha logrado que muchas innovaciones salgan a la luz, consolidándose como líder en patentes a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), Corea del Sur ocupa los primeros lugares en solicitudes de patentes, superando a muchas economías desarrolladas. Este crecimiento en el ecosistema de startups no ha sido fortuito. En la década de 1990, el gobierno surcoreano implementó políticas clave para fomentar el emprendimiento, como el Fondo de Capital de Riesgo (1998), destinado a financiar nuevas empresas tecnológicas. Posteriormente, en 2009, el gobierno lanzó el Programa de Startups y Emprendimiento Global (OASIS), con el objetivo de atraer talento extranjero y fortalecer la cultura emprendedora en sectores estratégicos.
Hoy en día, Corea del Sur alberga algunas de las startups más innovadoras del mundo. Empresas como Coupang, conocida como el “Amazon de Asia”, y Sendbird, líder en tecnología de mensajería en la nube, han demostrado el impacto de estas políticas. Además, el distrito de Pangyo Techno Valley, conocido como el “Silicon Valley de Corea”, se ha convertido en un centro de innovación donde cientos de startups emergen cada año con el apoyo de aceleradoras como K-Startup Grand Challenge. En contraste, Venezuela ha experimentado una desinversión en educación, ciencia e innovación en las últimas décadas. En los años 80, el país contaba con programas de desarrollo tecnológico como el Centro Nacional de Tecnología Química (CNTQ) y el Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (FONACIT), pero la falta de continuidad en políticas de inversión ha llevado a su deterioro. Mientras Corea ha apostado por la digitalización y la inteligencia artificial, Venezuela ha visto una migración masiva de talento científico, limitando su capacidad para competir en la era digital.
Tecnología, Corea del Futuro: de las frases con las que esta generación hace referencia al país asiático es “Corea vive en el futuro”, y no es para menos. Hoy en día, la tecnología surcoreana forma parte de nuestra vida diaria a través de gigantes industriales como Hyundai, Kia, LG, Daewoo y, por supuesto, Samsung, líder mundial en electrónica y semiconductores. Aunque la economía surcoreana es altamente diversificada, es innegable que su mayor fortaleza radica en la industria tecnológica y automotriz. El ascenso de Corea del Sur como potencia tecnológica no ocurrió de la noche a la mañana. Tras la Guerra de Corea, el gobierno implementó planes de desarrollo industrial que incentivaron la inversión en manufactura de alta tecnología. En la década de 1980, se impulsó la producción de semiconductores, permitiendo que empresas como Samsung y LG compitieran con gigantes estadounidenses y japoneses. Para 1983, Samsung lanzó su primer chip DRAM de 64 kb, marcando el inicio de su dominio en la industria.
En el sector automotriz, Hyundai y Kia evolucionaron de ensambladoras de vehículos bajo licencia en los años 70 a diseñadores de automóviles propios en los 90, con modelos de exportación competitivos. Hoy, marcas como Hyundai y Kia no solo lideran en ventas globales, sino que también están innovando en vehículos eléctricos y autónomos, con proyectos como el Hyundai Ioniq 5 y su colaboración con Boston Dynamics en robótica avanzada. Además, Corea del Sur es pionera en infraestructura digital. Fue el primer país en lanzar redes 5G a nivel nacional en 2019, con velocidades de internet que superan ampliamente las de muchos países desarrollados. Innovaciones como Samsung Pay, los asistentes de IA y la robótica avanzada han convertido a Corea del Sur en un referente tecnológico a nivel global.
¿Qué lecciones puede aprender Venezuela y el mundo de Corea del Sur?
Venezuela enfrenta una crisis económica sin precedentes, agravada por su extrema dependencia del petróleo, que representa el 95% de sus exportaciones y más del 60% de su PIB. La caída del 60% en la producción petrolera en 2019, junto con la disminución del 30% del PIB en 2020, ha dejado al país vulnerable a las fluctuaciones del mercado global. Esta dependencia ha generado una inflación descontrolada, devaluación de la moneda y un colapso en servicios básicos, lo que ha impulsado la migración de más de 5.4 millones de venezolanos. Para superar esta situación, Venezuela debe mirar hacia el modelo de Corea del Sur, que logró transformar su economía tras la Guerra de Corea, pasando de una nación agrícola devastada a una potencia industrial y tecnológica.
Corea del Sur es un ejemplo emblemático de cómo la diversificación económica y la inversión en capital humano pueden impulsar el desarrollo. Tras la guerra, el país implementó planes quinquenales que promovieron sectores clave como la electrónica, la automotriz y la construcción naval, logrando que su PIB per cápita aumentara de 87 USD en 1962 a más de 6,000 USD en 1990. Además, Corea invirtió fuertemente en educación, alcanzando una tasa de alfabetización del 99%, y en infraestructura verde, con proyectos como el Green New Deal, que busca que el 80% de su energía sea renovable para 2050. Estas políticas permitieron que empresas como Samsung y Hyundai se convirtieran en líderes globales, demostrando que la inversión en innovación y tecnología es clave para el crecimiento económico
¿Cómo puede Venezuela aplicar el modelo surcoreano?
Desarrollo del sector tecnológico y manufacturero: Corea del Sur incentivó la producción nacional mediante empresas como Samsung, LG y Hyundai, que nacieron bajo una política de apoyo a conglomerados (chaebols) y subvenciones estatales. Venezuela podría fomentar la creación de parques tecnológicos, impulsando pequeñas y medianas empresas nacionales mediante incentivos fiscales y financiamiento. Se pueden desarrollar industrias de ensamblaje electrónico, software y fabricación de autopartes para reducir la dependencia de importaciones.
Educación como motor de desarrollo: Corea del Sur convirtió la educación en su principal activo, con una inversión del 5% del PIB en educación y programas de capacitación técnica vinculados a la industria. Venezuela podría implementar programas de formación en ingeniería, programación y robótica en universidades y centros de formación técnica, alineados con las necesidades del mercado global. Al estilo del Korea Advanced Institute of Science and Technology (KAIST), Venezuela podría crear un instituto especializado en ciencia y tecnología para la innovación industrial.
Zonas económicas especiales para atraer inversión extranjera: En los años 60 y 70, Corea del Sur estableció zonas económicas como el Parque Industrial de Ulsan, donde se permitió la llegada de capital extranjero con beneficios fiscales y regulatorios. Venezuela podría aplicar un modelo similar en regiones estratégicas como el estado Carabobo o Zulia, facilitando la instalación de fábricas y empresas de exportación con incentivos tributarios.
Políticas de sustitución de importaciones y fomento de la industria nacional: Corea impuso restricciones a la importación de bienes de consumo hasta que sus industrias fueran competitivas. Venezuela podría desarrollar un plan de producción local en sectores como maquinaria agrícola, productos farmacéuticos y autopartes, reduciendo la dependencia del mercado internacional y creando empleos locales.
Transición energética y desarrollo de energías renovables: Corea del Sur ha apostado por energías limpias con un presupuesto de 73,400 millones de dólares en su Green New Deal. Venezuela, con su potencial en energía solar y eólica en regiones como Falcón y Guárico, podría invertir en infraestructura para energías renovables y reducir su dependencia del petróleo, diversificando su matriz energética.
Fomento a la innovación y patentes: Corea del Sur es uno de los países con más patentes registradas per cápita. Venezuela podría implementar programas de incentivos para investigadores, universidades y startups tecnológicas a fin de desarrollar nuevas industrias basadas en el conocimiento.
Si Venezuela prioriza la diversificación económica, la formación de capital humano y la transición hacia energías renovables, podría sentar las bases para un crecimiento sostenible. Con vastos recursos naturales y un territorio fértil, el país tiene el potencial de desarrollar sectores como la tecnología, la manufactura avanzada y las energías limpias, reduciendo su dependencia del petróleo. La implementación de políticas de desarrollo estratégico, como lo hizo Corea del Sur, puede permitir a Venezuela superar su crisis actual y construir una economía más resiliente y preparada para los desafíos del futuro.
Referencias
REFERENCIAS
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Annan, K. (1999). [Discurso]. Naciones Unidas.